Profesor Manuel Moreno Castañeda

Se quedó dormido el profe Juan

2021-01-05

Un breve relato en la vida de un profesor Se quedó Dormido el “Profe” Juan

Manuel Moreno Castañeda

El día anterior había sido de perros para el profe Juan. Por la mañana, tres madres enfurecidas le habían ido a reclamar: “mi niño no aprende nada”, le dijo una; “ya está en cuarto y no sabe ni las tablas”, le dijo otra, en tanto que la última le arrojó a la cara su rabia diciéndole: “m’ijo sabía más el año pasado”. Luego, la directora le había llamado la atención porque en su registro de avance programático olvidó la anotación de los objetivos y además le reprochó: “yo creo que hizo mal las cuentas, porque entregó muy poco de la cooperativa”. Además, por estar atendiendo a un padre de familia, que lo abordó a la salida de la escuela, llegó tarde a la secundaria donde trabaja el siguiente turno y no alcanzó a comer. Al llegar por la noche a su casa se encontró con la noticia de que habían ido de nuevo a cobrar la renta y exigieron que el pago no pasara de esa semana.

De tanto pensar y de tan poco dormir, el profesor se despertó cansado y con un fuerte dolor de cabeza. Mientras su esposa preparaba a los niños, él, a la carrera, se tragó un par de aspirinas y un licuado, se dio una ligera aseada, preparó sus materiales para la escuela e hizo cuentas de memoria. “Ahora es viernes 20, faltan diez días para cobrar y me quedan sólo quinientos pesos, menos los cien que debo a la cooperativa, sólo voy a contar con cuarenta pesos para cada día, ni para los camiones…” De repente los gritos de su esposa lo sacaron de sus cavilaciones; ya eran las 7:30 y tenía que darse prisa para llegar puntual a la escuela.

Ahora tuvo suerte y encontró asiento en el camión. Qué bueno, así podría ordenar mejor papeles e ideas para realizar su trabajo. De ocho a ocho y media, revisar tareas… ¿y de dónde voy a sacar para la renta?... de ocho y media a nueve y media, matemáticas… ¿y para comer la siguiente semana?... de nueve y media a diez y media, ciencias naturales, a ver si en esta ocasión nos resulta el experimento… voy a ir con mi cuñado a pedirle prestado para la renta, lo malo es que no le he pagado el préstamo anterior. Después del recreo vemos ciencias sociales y acabamos con español.

Aquella mañana transcurrió como de costumbre, la media hora para revisar tareas se alargó una hora entre regañadas por incumplimiento y explicaciones a lo no entendido. La hora de matemáticas fue más de angustias que de enseñar y aprender, porque su mente sólo se ocupaba en recordar cómo se sumaban sus deudas, se dividía su presupuesto, se le restaban sus ingresos y se multiplicaban sus problemas. Luego se llegó la preparación de la venta para la cooperativa y las ciencias naturales se quedaron para después del recreo. Por cierto, que esta vez el experimento resultó todo un éxito, por algo él tenía una licenciatura en esa área, lástima que en la secundaria siempre le dejaban las clases de matemáticas y español. Con las ganas que él siempre tuvo de dedicarse profesionalmente a las ciencias químicas.

El profe Juan salió de su primaria con los sentimientos y pensamientos confundidos entre sus problemas y las pequeñas alegrías de su trabajo; se sentía muy motivado al recordar el entusiasmo de los niños ante el descubrimiento de los secretos de la ciencia, pero las angustias económicas le bajaban los ánimos. Mientras recorría la ruta hacia su secundaria evocaba todos los nombres de los pedagogos estudiados en la Escuela Normal: Comenio, Herbart, Pestalozzi, Montessori, Decroly, Parkhurst, Claparede, Dewey y tantos más… ¿qué hubieran hecho en esta situación?

Después de su trabajo en la secundaria llegó ya noche a su casa, lo bueno era que era viernes y podía descansar viendo televisión; no había prisa por despertar temprano al otro día.

En el canal de siempre, con la actitud de siempre, el lector de noticieros, como un títere parlante repetía los boletines ordenados: “Maestros inconformes bloquean el tránsito en la ciudad de México”. “Son absurdas sus pretensiones, sus verdaderos móviles son políticos no económicos”. Luego, aparece en la pantalla un reportero gordo entrevistando a un líder sindical igualmente gordo, que en medio de una comitiva que se afana en protegerlo, declara: “Se está haciendo un daño irreparable a la nación y a la niñez, hace falta el apostolado y el idealismo que distinguió a la escuela rural mexicana”, para luego dirigirse presuroso a abordar un lujoso automóvil, cuya puerta fue abierta con solicitud por uno de sus acompañantes.

Pero el profe Juan ya había sido vencido por el sueño y roncaba ladeado en el sillón, pero sin duda que despertará mañana, como despertarán todos los profesores del país.