Profesor Manuel Moreno Castañeda

Descolonizar la educación y asumir la libertad

2021-01-05

Reflexiones acerca de la necesidad de descolonizar la educación Descolonizar la educación y asumir la libertad

Manuel Moreno Castañeda

“Los dolores que quedan son las libertades que nos faltan”

Manifiesto de la Reforma de la Universidad Nacional de Córdoba en 1918.

Enfrentar una situación adversa como la vivida frente a la pandemia del COVID-19 que nos hizo ver las falencias de nuestros sistemas educativos, es una buena oportunidad para reflexionar en lo que hemos estado haciendo. No es solamente que las formas y modos de la educación institucionalizada no esté preparada para situaciones que juzgamos inciertas, sino que no había conciencia – espero que ya la haya- de que la vida siempre es incierta, lo que sucedió ahora es que la pandemia nos lo recordó y no hizo ver que nuestras instituciones académicas, además de su poca flexibilidad y capacidad de aprender para adaptarse a las cambiantes situaciones sociales, carece de cualidades que le posibiliten la fortaleza y capacidad para responder a las demandas educativas de la sociedad con prontitud, pertinencia y trascendencia, entendida ésta como respuestas significativas a quienes tienen puestas sus esperanzas en que los aprendizajes logrados en las instituciones académicas trascienda en mejores condiciones de vida.

 Una de esas necesarias cualidades es asumir la libertad personal e institucional y romper con las ataduras de la dependencia y el colonialismo en todos los ámbitos y niveles. Entre ellos:

1) La colonización infantil que hace medio siglo denunciaba Gerard Mendel cuando nos decía en su obra “La descolonización del niño”: (FCE, 1974) “Todas las formas de explotación del hombre por el hombre, en particular, tanto religiosa como como económica, tanto del colonizado, de la mujer, como del niño, se han aprovechado del fenómeno de la Autoridad, derivado de la dependencia biológica y psicoafectiva del niño respecto a los adultos” y cita a la UNESCO que dice:

“Aun cuando los adultos se muestren comprensivos con los niños como individuos, suelen negarse bastante a menudo a admitir que pueden gozar de una existencia colectiva entre ellos y para ellos, y, en vez de facilitar la creación de una sociedad joven, se oponen a esta por medios diversos: la disciplina, los castigos, la competición, el amor propio y otros tantos medios cuyo objetivo no es otro que obligar al niño a someterse a la sociedad adulta”. Con toda intención cito estos viejos textos para evidenciar lo lento que avanza la educación institucional con respecto a las ideas educativas.

2) La dependencia patológica estudiante-docente en la que tanto el docente teme dejar al estudiante en libertad como el estudiante en asumirla.

3) Las ataduras que impiden hacer de la docencia una profesión libre, que profesoras y profesores asuman su proceso de formación, que no solo esperen lo que los funcionarios púbicos decidan qué y cómo deben aprender.

4) Los procesos educativos subordinados a estructuras y procedimientos burocráticos que restringen las circunstancias, medios y modos de aprender y enseñar.

5) La sujeción y subordinación a criterios académicos coloniales, por ejemplo, sujetarse a lo que la Real Academia Española diga cómo debemos de hablar y escribir (Parece que no nos hemos independizado de la realeza española) y seguir los lineamientos de la Asociación Americana de Psicología (APA por sus siglas en inglés)

6) Seguir los señuelos de organizaciones transnacionales como la OCDE, el Foro Económico Mundial y las clasificaciones (más usual el anglicismo “ranking”) universitarias formulados con base en criterios ajenos a la esencia de las instituciones académicas latinoamericanas y de otras regiones.

7) El colonialismo conceptual que nos hace repetir formas idiomáticas que nos inducen a ver nuestra realdad desde concepciones externas no siempre bien aplicadas, así oímos hablar de flipped classroom, blended learning, etc. Conceptos que cuando se observa cómo se entienden y practican no implican mayor novedad.

8) La imitación acrítica de modelos académicos sobre todo de EE. UU. y Europa, que responden a otras realidades y fines educativos, cuyo trasplante descontextualizada nunca ha mostrado su bondad.

9) Privilegiar las relaciones de poder con respecto a las relaciones educativas, cuando el afán del control de las personas y sus comunidades académicas inhibe las interacciones educativas sanas y creativas.

Estas reflexiones las comparto sin hacer afirmaciones contundentes, es solamente porque considero que son temas dignos de tomarse en cuenta cuando se piensa en repensar y replantear nuestros sistemas y prácticas educativas. Pensando, inspirado en Freire que tenemos dos opciones: educar para una domesticación alienada o educar para la libertad. Educarnos como objetos o como sujetos.